El planteamiento de base de este artículo explora cómo la antropología social puede intervenir en la conversación que se ha abierto en los últimos años en los llamados «estudios de memoria». Resulta paradójico que la antropología permanece aún en la periferia de esta conversación a pesar de que, como trataré de demostrar a través de algunos ejemplos, se trata en buena parte de una disciplina que ha prestado históricamente —y sigue prestando actualmente— una atención muy minuciosa a las relaciones de los grupos sociales con el pasado y el tiempo, así como a los procesos de memoria. Aunque, quizá, en muchas ocasiones, no lo haga en las claves o anclajes teóricos que actualmente maneja el campo de los memory studies.
El planteamiento de base de este artículo explora cómo la antropología social puede intervenir en la conversación que se ha abierto en los últimos años en los llamados «estudios de memoria». Resulta paradójico que la antropología permanece aún en la periferia de esta conversación a pesar de que, como trataré de demostrar a través de algunos ejemplos, se trata en buena parte de una disciplina que ha prestado históricamente —y sigue prestando actualmente— una atención muy minuciosa a las relaciones de los grupos sociales con el pasado y el tiempo, así como a los procesos de memoria. Aunque, quizá, en muchas ocasiones, no lo haga en las claves o anclajes teóricos que actualmente maneja el campo de los memory studies.