Se suele explicar la afijación -y la sufijación de un modo particular-, como un procedimiento para la creación de nuevas palabras y, por tanto, de nuevos significados en un plano meramente denotativo. Este marco no permite, sin embargo, dar cuenta de una manera convincente de todas las posibilidades derivativas; de ahí que se hayan interpretado los diminutivos atendiendo a lo que suponen de acercamiento afectivo del emisor hacia la palabra que éste enuncia en su forma de diminutivo. En esos casos, muchas veces el significado no tiene que ver con la denotación del término, sino más bien con esa forma particular del significado que conocemos como connotativo.