Durante el período objeto de análisis (del 1 de octubre de 2023 al 31 de marzo de 2024) han surgido diversas normas de rango legal y otras tantas del estrato reglamentario que son de interés para la presente crónica. De interés prevalente se sitúa una norma a la que, por su configuración formal, el legislador ya nos tiene tristemente acostumbrados. Se trata de un Real Decreto-ley que tiene por objeto, entre normas de otra índole, entrar a tratar materias tan dispares como la transición energética, la sequía o la movilidad sostenible. Aunque los detalles críticos observables ya se tratan en extenso en el análisis de este cuerpo normativo en el punto siguiente a esta introducción, no se puede más que resaltar el aumento de este tipo de normas polivalentes que pretenden en un mismo cuerpo normativo tratar cuestiones muy dispares entre ellas y que afectan a la capacidad técnica de los juristas para conocer las novedades normativas y, para los ciudadanos, legos en derecho, un grave problema de inseguridad jurídica ante un modelo cambiante y opaco. Sirva esta crónica, por lo tanto, para facilitar la comprensión de este nuevo estilo normativo propio del hiperdesarrollo y la hipertrofia normativa, así como de un escaso nivel de calidad regulatoria. De hecho, y en vista de estos vaivenes aglomerantes en base a nomenclaturas insondables, esta tipología de documento informativo —la crónica— se ve más necesaria que nunca. En lo que se refiere a normativa sectorial de carácter diverso, es interesante la materia de bienestar animal que sigue creando nueva normativa y regímenes más beneficiosos para los animales de distinta índole. Como se ha podido comprobar a raíz de las últimas crónicas, y desde que se diese inicio a este “idilio animalista” con la modificación de la legislación civil, la maquinaria legislativa no se ha pausado. La presente no es una excepción y cuenta a nivel nacional con nuevas normas de carácter reglamentario que inciden en lo que puede llamarse el reino jurídico del bienestar animal, en concreto en el ámbito de la producción animal. Por su parte, también se aprueban novedades en el marco del mercado de las emisiones, en concreto para el período 2026-2030.
Durante el período objeto de análisis (del 1 de octubre de 2023 al 31 de marzo de 2024) han surgido diversas normas de rango legal y otras tantas del estrato reglamentario que son de interés para la presente crónica. De interés prevalente se sitúa una norma a la que, por su configuración formal, el legislador ya nos tiene tristemente acostumbrados. Se trata de un Real Decreto-ley que tiene por objeto, entre normas de otra índole, entrar a tratar materias tan dispares como la transición energética, la sequía o la movilidad sostenible. Aunque los detalles críticos observables ya se tratan en extenso en el análisis de este cuerpo normativo en el punto siguiente a esta introducción, no se puede más que resaltar el aumento de este tipo de normas polivalentes que pretenden en un mismo cuerpo normativo tratar cuestiones muy dispares entre ellas y que afectan a la capacidad técnica de los juristas para conocer las novedades normativas y, para los ciudadanos, legos en derecho, un grave problema de inseguridad jurídica ante un modelo cambiante y opaco. Sirva esta crónica, por lo tanto, para facilitar la comprensión de este nuevo estilo normativo propio del hiperdesarrollo y la hipertrofia normativa, así como de un escaso nivel de calidad regulatoria. De hecho, y en vista de estos vaivenes aglomerantes en base a nomenclaturas insondables, esta tipología de documento informativo —la crónica— se ve más necesaria que nunca. En lo que se refiere a normativa sectorial de carácter diverso, es interesante la materia de bienestar animal que sigue creando nueva normativa y regímenes más beneficiosos para los animales de distinta índole. Como se ha podido comprobar a raíz de las últimas crónicas, y desde que se diese inicio a este “idilio animalista” con la modificación de la legislación ci